Según las conclusiones de la Asociación Alemana de Protección Radiológica, los rayos infrarrojos con una longitud de onda de entre 780 y 10.000 nm pueden causar daños importantes en el ojo. A diferencia de los rayos UV, la energía de los rayos IR no es suficiente para provocar reacciones fotoquímicas, pero los rayos provocan un calentamiento importante del interior del ojo.
La cuestión crucial para evaluar los daños es ¿Qué llega realmente adónde?
El componente IR-A, que es el dominante en la luz solar, penetra en el rango de hasta 1.400 nm, y una proporción significativa llega incluso a la retina. Esto es simplemente el resultado de la regla general: cuanto más corta es la longitud de onda de la radiación IR, mayor es la profundidad de penetración. Esto afecta especialmente a la coroides, que puede resultar dañada por los IR-A. Esto puede provocar defectos tisulares localizados en la retina. Sólo una pequeña proporción de la radiación superior a 2000 nm atraviesa la córnea. La cámara anterior del ojo absorbe toda la radiación superior a 2000 nm. Todas las longitudes de onda superiores a 1400 nm son filtradas por el cristalino y el cuerpo vítreo.
La radiación en la gama de longitudes de onda de 400 nm a 1400 nm puede incidir esencialmente en la retina. La energía de la radiación infrarroja absorbida por el ojo provoca un calentamiento (Von y Norren 2004, Brose et al. 2005). El mecanismo de acción exacto que provoca la opacidad del cristalino del ojo (catarata) tras una exposición prolongada a la radiación IR sigue siendo controvertido (Brose et al. 2005). También es difícil diferenciarlo del desarrollo fundamentalmente multifactorial de la catarata relacionada con la edad, con multitud de cambios bioquímicos -en particular cambios en la composición de las proteínas del cristalino, con agregaciones crecientes de proteínas hidrosolubles de alto peso molecular- y cambios celulares que se modifican genéticamente y se amplían e intensifican por factores ambientales (Truscott y Uhu, Michael y Born 20122).* Sin embargo, no en vano ciertas enfermedades de cataratas se denominan cataratas de fuego o cataratas de cristal, por lo que se considera muy probable una influencia de la radiación infrarroja en dicha formación, aunque es difícil de probar debido a que su desarrollo es muy largo y, por tanto, la configuración de las pruebas es difícil. La protección contra los infrarrojos es importante.
*Directriz de la Sociedad Alemana de Medicina Laboral y Medioambiental. Trabajo bajo la influencia de radiación infrarroja (radiación térmica). Riesgos y daños para los ojos y la piel (Registro AWMF nº 002/010 Clase: S1 02/2012).